GRATITUD EN TIEMPOS DEL COVID-19

GRATITUD EN TIEMPOS DEL COVID-19

Un trauma colectivo

Llevamos más de cuatro semanas de confinamiento y me viene a la memoria aquello que escribí el día 1 en una anterior entrada de nuestro blog, que nació de mi gran preocupación sospechando lo que nos esperaba, pero sin haber vivido aún la experiencia “real” de confinamiento, en mi caso desde la privilegiada posición de poder ejercer de alguna manera mi trabajo.

Hemos pasado de los primeros momentos de incredulidad y shock, de cierto alivio por poder alejarnos del ritmo frenético que llevábamos, a momentos de miedo y preocupación, rabia, incertidumbre y muy probablemente tristeza por todo aquello de “temporalmente” hemos perdido y que queda confinado en nuestra memoria. Y curiosamente, con poca oportunidad de aburrimiento…

Algunos quizá estéis en un momento de aceptación de lo que hay, que aunque no nos guste, entendemos que es con lo que hay que manejarse, otros quizá permanezcáis en la desesperación, y en el ¿cuánto queda?…y frustrados porque no estáis “aceptando” lo que hay. Los mensajes de ánimo, los “resistiré” tal vez están provocándote más irritación que motivación…Y eso, también, es humano.

Sin duda, estamos viviendo un “trauma colectivo”, nunca antes vivido, y como tal tendrá su impacto en cada uno de nosotros. Algo que no debemos obviar ya que hacer como que no ha pasado nada, no ayudará a que nos recuperemos lo mejor y antes posible.

Observar la herida y tomar conciencia de ella permite que cicatrice, y que no cierre en falso, provocando más problemas. Sin duda todo esto es una experiencia única, cómo nos relacionemos con ella y la cicatriz que deje puede implicar una oportunidad para crecer.

Sentido y sensibilidad

Dar un sentido, un significado, a todo este esfuerzo, es en mi opinión una de las claves para sobrellevarlo. Tal vez entender que es algo que ayudará al conjunto de la sociedad, que implica no sólo protegernos si no proteger, que somos pequeños héroes en los rincones de nuestras casas, cooperando por el bien común, todos estamos haciendo pequeños gestos que merecen la pena, que cuentan, que cuidan.

La otra, la sensibilidad para darnos lo que necesitamos, el autocuidado, que no es ese que nos dictan desde las redes sociales, la presión de grupo o la comparación con “el vecino”, si no aquel definido desde lo profundo de nuestro corazón. Hacer por nosotros lo que haríamos por alguien a quien queremos mucho, sobre todo en los malos momentos. Eso que permitirá no sólo cuidarnos si no cuidar de los que nos rodean, de la mejor manera posible. Podéis encontrar sugerencias en la anterior entrada de blog “Cooperación en Tiempos del COVID-19”.

Gratitud

Nunca planteo a nadie practicar algo si yo no lo he practicado previamente. Es un principio que guía nuestro trabajo en CEPSICAP Psicólogos y que nos permite nutrirnos personal y profesionalmente a cada paso de nuestra vida. En estos momentos que vivimos, emerge en mi mente una práctica que estoy llevando a cabo desde hace meses, en mi caso compartida con otras personas, que es llevar a cabo un Diario de gratitud, que consiste en escoger 3 momentos o cosas de cada día (o más) por las que dar las gracias.

No tiene que ver con pensar en positivo, de hecho, no es necesario que fuerces el pensar en positivo, ni en buscar lo positivo de cada día, es posible hacerlo en los días más difíciles también. Es agradecer lo que hay, lo que se nos da, lo que nos viene dado. Es poner la mirada en las cosas (pequeñas) valiosas que hay en nuestro día a día. Desde las más básicas a otras más especiales o sofisticadas.

La experiencia de esta práctica precisamente en esta crisis colectiva y traumática es una oportunidad para poner la mirada en el momento presente, en lo que hay (no en lo que no hay), en las cosas que son importantes para nosotros por pequeñas que sean. Una práctica de aceptación radical.

La gratitud es algo curioso. En algunas partes del mundo, poder beber agua potable, tener acceso a comida o incluso poder tener ropa o un par de zapatos gastados puede ser algo por lo que estar extremadamente agradecido. Sin embargo, también nos podemos encontrar en nuestro contexto social, con todas las necesidades cubiertas, por demás (¡y acceso a internet!) y quejarnos por lo que nos falta o no tenemos.

 La ciencia ha mostrado cómo la gratitud altera literalmente el corazón humano y la estructura molecular del cerebro. Según la investigación del Mindfulness Awareness Research Center de UCLA (Universidad de California Los Ángeles):

Tener una actitud de gratitud cambia la estructura molecular del cerebro, mantiene el funcionamiento de la materia gris y nos hace más saludables y felices. Cuando sientes felicidad, el sistema nervioso central se ve afectado. Eres más pacífico, menos reactivo y menos resistente. Es una forma realmente genial de cuidar el bienestar.

Hay muchos estudios que muestran que las personas que ponen el foco en la gratitud mejoran en aspectos relacionados con sentimientos depresivos y de ansiedad.

Investigadores de la Universidad de Berkeley identificaron cómo la gratitud podría funcionar en nuestro cuerpo y nuestra mente. Aportaron varias ideas acerca de qué causa los beneficios psicológicos de la gratitud:

  • La gratitud nos “libera” de las emociones de malestar
  • La gratitud ayuda incluso si no la compartes o expresas, si simplemente tomas conciencia de ella
  • Los beneficios de la gratitud llevan tiempo y práctica. Puede que no se sienta de inmediato el efecto
  • La gratitud tiene efectos duraderos en el cerebro

¿Probamos?

Si no lo experimentas seguro que no sirve, así que te propongo un reto:

Practica la gratitud, escribe (donde tu elijas) tres cosas por las que das las gracias del día que has vivido, durante tres semanas, y observa lo que vas experimentando, qué te llevas de ello después de estas semanas. Y si quieres, compártelo con nosotras.

Ahí van las mías de hoy, hoy agradezco:

  • La práctica de yoga al despertar
  • La luz del sol que he notado cuando salí a tirar la basura
  • Los besos de mi hijo

Y ten en cuenta algo importante: no se puede fingir la gratitud, en realidad hay que sentirla. Y no hay nada que forzar. Incluso habrá días, como decía alguien, en lo que sólo me queda agradecer respirar y transpirar.

Cuidaos mucho

Arancha Santos de la Rosa